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El liderazgo invisible del director de Marketing y Personas

Llevo días dándole vueltas a este concepto tras leer un artículo fascinante que cayó en mis manos. Este me ha hecho reflexionar mucho sobre mi propia experiencia y quiero compartir algunas ideas que, sinceramente, me han removido por dentro.

Creo que estamos hartos de líderes que necesitan ponerse medallas constantemente, ¿verdad? En mi trayectoria he visto demasiados directivos obsesionados con figurar, con que se note su presencia. Pero los que realmente transforman organizaciones suelen ser aquellos que trabajan desde un segundo plano, casi invisibles.

Y esto me parece especialmente cierto para quienes gestionamos marketing y personas a la vez. ¡Menuda combinación explosiva! Por un lado, proyectamos la marca hacia fuera; por otro, cultivamos el talento hacia dentro. Y justo en esa intersección es donde la magia sucede, aunque pocos lo vean.

La flexibilidad… madre mía, ¡qué palabra tan manida y tan poco entendida! No se trata de ser una veleta, sino de tener la humildad suficiente para reconocer que «lo que funcionaba antes» puede ser hoy una rémora. Me ha pasado mil veces: estrategias que eran brillantes hace dos años y que hoy no sirven absolutamente para nada.

Me acuerdo de cuando intentamos implementar aquel sistema de incentivos que había funcionado de maravilla en otra empresa… y fue un desastre. ¿Por qué? Porque no tuvimos la flexibilidad de adaptarlo a nuestra realidad. Lección aprendida a base de chichones.

La humildad es otro pilar que me toca de cerca. No hay nada que me reviente más que esos directivos que se encierran en su despacho y desde allí pretenden dictar cómo debe ser el mundo. Yo intento (aunque no siempre lo consigo, seamos sinceros) bajar al terreno, hablar con los equipos, entender qué pasa en las trincheras. Y, sobre todo, ESCUCHAR. ¡Dios, qué difícil es a veces callar y escuchar de verdad!

Sobre el coraje para experimentar… aquí tengo sentimientos encontrados. Sé que es fundamental, pero también sé lo que duele cuando las cosas salen mal. He tenido fracasos sonados con campañas que parecían brillantes en la pantalla y fueron un fiasco en la realidad. Pero oye, ¿de qué otra forma se aprende? Cada vez que nos hemos atrevido a probar algo nuevo, aunque saliera mal, el equipo ha crecido. Y eso es impagable.

Lo de las redárquicas vs. jerarquías… menudo palabro, ¡¿eh?! Pero es verdad. El liderazgo vertical está muerto, o debería estarlo. Mi experiencia me dice que cuando dejas que el talento fluya horizontalmente, cuando permites que las ideas surjan desde cualquier rincón de la organización, es cuando realmente se producen las transformaciones.

Un ejemplo que me marcó: una de las mejores ideas para reposicionar un producto vino de una persona que llevaba tres semanas con nosotros. Si hubiéramos seguido la «cadena de mando», jamás habría llegado a implementarse.

La sostenibilidad no es solo una palabra bonita para las memorias corporativas. Es encontrar ese delicado equilibrio entre exprimir resultados hoy y construir para mañana. Y créeme, como director de Marketing y Personas, vives constantemente en esa tensión. Cada día me pregunto: ¿esto que estamos haciendo nos da resultados inmediatos, pero quema al equipo? ¿O estamos construyendo algo que dará frutos cuando yo probablemente ya no esté aquí?

Y lo de la ejemplaridad… ¡Buf!, aquí me pongo serio porque me toca de cerca. Puedes tener la mejor estrategia del mundo, el plan más brillante, pero si tú no encarnas los valores que predicas, estás muerto. La gente no es tonta, y detecta la incongruencia a kilómetros. He visto caer a directivos supuestamente brillantes porque su comportamiento diario desmentía todo lo que proclamaban en las reuniones.

Al final, lo que de verdad importa es la acción. Las ideas son fantásticas, pero si no se materializan, no sirven para nada. Y en esto soy un poco obsesivo, lo reconozco. Me pueden los planes que se quedan en el limbo de las buenas intenciones.

En fin, quizás la gran paradoja del liderazgo invisible es precisamente esa: que cuando lo haces bien, nadie nota que estás ahí… hasta que no estás. Y entonces se dan cuenta del valor que aportabas desde las sombras.

 

¿Hablamos?

 


Imagen de portada: Joseph Barrientos en Unsplash

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